jueves, 17 de septiembre de 2009

Cadaver Exquisito

(El siguiente cadaver exquisito fue escrito por tres poetas: Tarcicia Kihm, Paco Rubín y Xavier Villanova, espero lo disfruten)

La silla cojeaba desespeardamente esperando que la puerta
se abriera y los tacones con lodo pisaran la alfombra
que alguna fibra llegara a sostener el oscuro y
distinto matiz, de ese pie que esconde la
sutileza de una vida misera y Re-simple.
Es lo que de ella admiraba y que en la vitrina de la
panadería de la Señora FontBlanc encontré arrumbado entre
dos periódicos con noticias en blanco y negro; la
fotografía a colores de la vieja calle donde caminó,
donde se dejó, se despojó, se alimentó de
esa sola verdad que conocía tan bien como
el camino a oscuras de la puerta de su casa a la cama.
Lo recorría repitiendo las siguientes palabras: tanto
cuanto más me lo digo más la maldigo y me digo: mierda,
mientras escribo en la pared una frase sin escribirla...
Haciendo huelga la lámpara, el le grita a su sombra
que no dice nada, que no rompe sueños ni
resquebraja los putrefactos deseos, ni crea
luciernagas permanentes en el negro profundo
del abismo al que arrojaste mi verdad aquella noche de
tragos amargos, ajenjos y un brebaje de agua mineral para vomitar
el pasado acumulado en el vaso de cristal puesto
sobre la mesa sin mantel, que no siente pudor por no llevarlo
y frío que regresa sin duda a pesar de la
falta de pudor a pesar de no estar libre,
de sentir la piel que se postra sin permiso.
Le pedí se fijara en el lunar que tengo en el brazo
izquierdo, no lo vio, no quiso, le dio literalmente asco; era una
repugnancia tal, que prefirió romperlo en pedazos
y darse una ducha de agua fría, como para poder
llenarte de espacio limpio, de correr de
agua que arrastra la podredumbre diaria.

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